El equipo blanco estuvo a punto de eliminar al Barça tras realizar un enorme partido en el que fue superior de principio a fin.
• Costumbre e impotencia
El Real Madrid tuvo cerca el milagro. Tras un partido épico, los de Mourinho merecieron haber pasado a semifinales de la Copa del Rey. Nada tuvo que ver el encuentro de vuelta con el jugado la pasada semana en el Bernabéu. Esta vez, el técnico portugués realizó un planteamiento atrevido con el que sus jugadores atenazaron a los azulgranas y les metieron el miedo en el cuerpo. En mi opinión, Mou también acertó al incluir a Pepe en su ´once´. Además, el choque dejó patente que, cuando los dos grandes de España juegan de poder a poder, no existe un partido mejor en el universo futbolístico.
El encuentro fue un auténtico espectáculo. Todo un derroche de intensidad, entrega, calidad, ocasiones, tensión y, como suele ocurrir, también polémica. Ambos quedaron descontentos con la actuación de Teixeira Vitienes, aunque los blancos se vieron más afectados por sus decisiones. El colegiado no señaló varios penaltis, cometidos por Busquets, Pepe y Abidal, perdonó la expulsión a Lass y fue demasiado riguroso e injusto al mostrar la segunda amarilla a Sergio Ramos. También anuló un gol a Sergio Ramos, pero en este caso parece que acertó.
Los blancos comenzaron con gran intensidad, llevando la presión muy cerca de la portería de Pinto. Fruto de ello, Higuaín gozó de la primera ocasión clara a los 12 segundos tras un error de la defensa local. A partir de ese momento comenzaron a sucederse las oportunidades para los madridistas, que pudieron irse al descanso con una ventaja holgada. El delantero argentino volvió a fallar ante Pinto después de un regalo de la defensa culé. Cristiano, que realizó un gran encuentro, también dispuso de dos ocasiones antes del descanso. Y la mejor oportunidad de los blancos llegó de las botas de Ozil (el mejor del partido), cuando un grandísimo disparo lejano del alemán fue repelido por el larguero.
Con la excelente presión realizada durante todo el encuentro, los de Mourinho conseguían anticiparse a todos los balones en disputa y, dirigidos por Ozil, lanzaban rápidos ataques hacia la portería de Pinto. El Barça se veía desbordado por un equipo al que creía haber minado la moral tras el partido de ida y las victorias en los últimos enfrentamientos. Sin embargo, el conjunto blaugrana consiguió sacudirse un poco la presión en los minutos finales del primer tiempo. Fruto de ello llegó el gol de Pedro, tras un gran pase de Messi, en el primer disparo a puerta de los de Guardiola. Y, justo antes del descanso, los locales aumentaron su ventaja con un golazo de Alves, que mandó a la escuadra el rechace de un córner.
El resultado al descanso no hacía justicia a lo visto en el terreno de juego. Cualquier otro equipo se habría descompuesto ante la idea de resistir otros 45 minutos en el Nou Camp ante un Barça que ya se veía en semifinales y con el resultado a favor. Pero el Madrid no es así: cuando se vio con todo perdido, el equipo blanco tiro de orgullo y apeló a la épica, convirtiéndose en un rival más peligroso si cabe. Así, sus jugadores agrandaron aún más su mejor versión con una segunda parte soberbia. Y es que los de Mourinho mantuvieron las virtudes del primer tiempo, e incluso mejoraron con la entrada al campo de Benzema, Callejón y Granero.
La excelente presión blanca continuó anulando a los creadores del conjunto blaugrana y provocando fallos inusuales en su defensa. Uno de estos errores permitió a Benzema colocar el 2-2 en el marcador en el minuto 71 tras realizar un sombrero a Puyol dentro del área. Cuatro minutos antes, Cristiano Ronaldo había hecho el primer gol del equipo blanco, definiendo de maravilla tras un gran pase de Ozil.
Con el empate, el miedo se hizo aún más patente en los jugadores y la afición culé. El Madrid sólo necesitaba un gol para consumar la remontada y eliminar a los locales. Por delante quedaban aún 20 minutos de infarto. Por ello, Guardiola introdujo en el campo a Thiago y Mascherano para intentar mantener la posesión y minimizar los ataques del conjunto blanco. Este gozó de varias ocasiones más, aunque no fueron tan claras como las del primer tiempo. Mientras, Teixeira Vitienes culminó su mala actuación pitando el final del partido cuando los visitantes se disponían a gozar de su última oportunidad con el saque de una falta.
El esfuerzo heroico de los blancos mereció mayor recompensa. El conjunto madridista realizó un grandioso partido y demostró que, cuando Mourinho pone sobre el campo todo el talento del que dispone, las diferencias con el Barça se reducen e, incluso, desaparecen. Tras lo visto en el campo, surge una pregunta inevitable: ¿por qué Mourinho no planteó así el partido de ida? Sin embargo, el técnico portugués no lo ve así. En la rueda de prensa posterior al partido, un periodista le preguntó si se arrepentía del planteamiento utilizado en la ida, a lo que el luso respondió con un rotundo y sorprendente “no”. Como ocurriera en la eliminatoria de semifinales de Champions en la temporada pasada, la sensación es que si el Madrid hubiese sido valiente en ambos partidos, el resultado final habría sido distinto.
-"No he aprendido ninguna lección". El País, 26/01/2012
jueves, 26 de enero de 2012
Un punto que sabe a poco
La insatisfacción de Marcelino con el resultado refleja la exigencia reinante en el conjunto nervionense.
• El derbi más esperado
El derbi sevillano concluyó con un justo empate, aunque el Betis tuvo más cerca la victoria en los últimos minutos. Ambos equipos ofrecieron una gran imagen -defendieron bien, derrocharon intensidad durante todo el partido y dieron buen trato al balón-, y deberían estar satisfechos por ello. Sin embargo, el empate no contentó a nadie. Los locales valoran el punto, pero se lamentan de haber perdido una buena oportunidad para ganar a su eterno rival. Mientras, el técnico sevillista se mostró contrariado con el resultado obtenido: "No doy el punto por bueno. Al final hemos jugado casi 25 minutos con 10, contra el rival de los rivales y con un marcador igualado, entonces se te ponen las cosas muy difíciles, pero vinimos aquí a ganar. Como no lo hicimos, no nos vamos contentos. Aun así, del mal, el menos", señaló Marcelino.
El descontento del técnico asturiano obedece a la exigencia instalada en el club tras los éxitos cosechados en los últimos años. Con una plantilla pensada para participar en Champions, la afición y la directiva no se conforman con menos. En momentos de máxima exigencia y en los que los resultados no acompañan, la presión se percibe en los jugadores, que se muestran nerviosos y atenazados. El conjunto sevillista comenzó bien la temporada, pero los resultados han ido empeorando a la vez que mejoraba el juego, y ahora mismo se encuentra fuera de los puestos europeos en la clasificación.
Todo lo contrario le ocurre a su rival de la ciudad, el Betis, que se siente liberado de toda presión. Y es que el paso por Segunda y su maltrecha economía le han obligado a recortar sus objetivos. El equipo de Pepe Mel practica un fútbol alegre y atrevido con el que los jugadores y la afición se sienten identificados. El sistema de juego y la menor autoexigencia permiten que el equipo sea más descarado en muchos partidos, sobre todo en los que no tiene nada que perder. Como en la eliminatoria de Copa de la pasada temporada, en la que estuvieron cerca de eliminar al Barça jugando en todo momento de tú a tú ante el mejor equipo del mundo.
La presión existente en el Sevilla ha devorado ya a tres entrenadores (Manolo Jiménez, Antonio Álvarez y Gregorio Manzano). Tras la marcha de Juande Ramos, ninguno de ellos fue capaz de establecer un sistema fiable de juego. Marcelino, que ya comienza a sentir la exigencia, está intentando imponer un estilo basado en el dominio del balón. Pero el equipo sigue sin resolver varios problemas que lastran su juego. El primero y más grave de ellos es la debilidad defensiva. Y es que la irregularidad y los errores de los jugadores en esta zona del campo han sido la nota predominante en las últimas temporadas. Además, se trata de una tarea que no sólo atañe a los defensas. A pesar de lo dicho, esta temporada se percibe cierta mejoría en este sentido. Pero es evidente que el equipo necesita futbolistas de mayor calidad en esta zona del campo.
Otro de los obstáculos que debe superar el conjunto nervionense es su deficiente circulación del balón, la cual provoca numerosas pérdidas del mismo en situaciones comprometidas para el equipo y le impide llegar con más claridad al área rival. Trochowsky y Rakitic fueron fichados para dicha tarea, pero aún no han ofrecido su mejor versión ni han coincidido durante muchos minutos en el campo. Se hace necesario que ambos participen juntos, para asegurar así la posesión del balón y evitar pérdidas del mismo. Por otra parte, la llegada de Reyes está permitiendo mejorar en la circulación del balón, pero es necesario que el esférico llegue en buenas condiciones a la zona atacante, donde se mueve el utrerano.
Desde la marcha de Juande Ramos, los posteriores entrenadores se han empeñado en sostener todo el peso del equipo sobre dos jugadores (doble pivote), con extremos en las dos bandas y una pareja atacante. Es decir, un 4-4-2 que, con la plantilla de la que dispone hoy el equipo, demuestra la insuficiencia de sus mediocampistas para robar el balón, hacerlo circular y asistir a los atacantes. Además, es evidente que el Sevilla de hoy no cuenta con el potencial físico de entonces, ni dispone de un centrocampista defensivo como Poulsen. Medel es incapaz de sostener sólo al equipo, de manera que a veces se le ve desbordado. La presencia de Rakitic y Trochowski por delante le permitiría contar con más apoyos en su tarea, además de mejorar la circulación del balón.
El último de los problemas, quizá el menos preocupante, es el de la falta de gol. Parece que los delanteros sevillistas no están muy acertados de cara a la portería contraria. Sin embargo, el equipo cuenta con jugadores de enorme calidad en esta zona del campo: Negredo, que, en mi opinión, aún no ha mostrado el máximo de su potencial con la camiseta del Sevilla; Kanouté, al que las lesiones están impidiendo aportar más; Manu del Moral, que ha sido utilizado menos de lo esperado; y el recién fichado Babá. Además, jugadores como Reyes, Luis Alberto o Perotti pueden aportar alternativas interesantes en ataque.
lunes, 23 de enero de 2012
El derbi más esperado
Tras casi tres años sin verse las caras, Betis y Sevilla reeditaron su enfrentamiento con un vibrante y competido choque que ambos pudieron ganar.
• Un punto que sabe a poco
Describir un derbi sevillano siempre es difícil. Son partidos de emoción, sentimiento, intensidad, goles, polémica…Y el choque del pasado sábado en Heliópolis no fue una excepción. Hubo hasta buen fútbol, un elemento que no siempre está presente en partidos con tanta pasión. Así, Betis y Sevilla volvieron a ofrecer un duelo de altura en el que cualquiera de los dos pudo haberse llevado los tres puntos, aunque los locales lo tuvieron más cerca tras la expulsión de Fazio.
El partido estuvo sobrado de intensidad desde el principio. Los de Marcelino se hicieron con la posesión y llevaron el peso del encuentro durante gran parte del mismo. Acostumbrado a tener el balón, el Betis tuvo que replegarse a esperar su momento. En esta fase del partido llegaron las mejores ocasiones del Sevilla. Reyes y Jesús Navas se asociaban por todo el frente de ataque. El utrerano (de lo mejor del encuentro junto con Beñat) volcó muchas jugadas a la banda derecha, buscando triangular con el palaciego. Mientras, la presencia del canterano Luna como extremo zurdo en los últimos partidos está aportando a los nervionenses mayor equilibrio a la hora de defender, además de un plus de velocidad para desbordar por la banda. Así transcurrieron los mejores minutos de los visitantes, un equipo al que su falta de pólvora le está condenando esta temporada.
Pero, tras unos minutos de agobio, el Betis sacó su coraje y se sacudió la presión. Comandado por Beñat, el equipo local comenzó a mantener la posesión durante más tiempo en su poder. Y poco después, el centrocampista vasco adelantó a su equipo con un golazo de falta. Parecía que los sevillistas iban a descomponerse fruto de los nervios y las prisas por empatar, como les suele ocurrir cuando se ven por debajo en el marcador en un partido de tanta exigencia. Pero, a pesar de lo dicho y del esfuerzo físico realizado, los sevillistas mantuvieron la cara al partido, y pronto vieron recompensada su insistencia con un gol de Negredo, que culminó antes del descanso una buena jugada de la sociedad Reyes-Navas.
A partir de la reanudación, los locales dieron un paso adelante para hacerse con la posesión del balón. El partido se convirtió en un ida y vuelta en el que la falta de puntería y la inspiración de los defensas impidieron la llegada de más goles en ambas porterías. A medida que el cansancio fue haciendo mella en los jugadores, ambos equipos se volvieron más imprecisos. Reyes y Navas redujeron su participación en el juego, al mismo tiempo que los locales se iban imponiendo en la medular.
Tras la expulsión de Fazio, Pepe Mel dio entrada a Salva Sevilla, con el objetivo de imponerse en el campo y aprovechar la superioridad numérica. Los visitantes comenzaron a reducir riesgos para sumar al menos un punto. Por contra, Mel introdujo en el campo a Pozuelo y Jorge Molina buscando desequilibrar el partido. Así, Javi Varas salvó a su equipo en un contragolpe bético rematado por Rubén Castro. Y en las postrimerías del encuentro, los locales reclamaron un penalti de Cáceres a Jorge Molina que Velasco Carballo no apreció como tal.
• Un punto que sabe a poco
Describir un derbi sevillano siempre es difícil. Son partidos de emoción, sentimiento, intensidad, goles, polémica…Y el choque del pasado sábado en Heliópolis no fue una excepción. Hubo hasta buen fútbol, un elemento que no siempre está presente en partidos con tanta pasión. Así, Betis y Sevilla volvieron a ofrecer un duelo de altura en el que cualquiera de los dos pudo haberse llevado los tres puntos, aunque los locales lo tuvieron más cerca tras la expulsión de Fazio.
El partido estuvo sobrado de intensidad desde el principio. Los de Marcelino se hicieron con la posesión y llevaron el peso del encuentro durante gran parte del mismo. Acostumbrado a tener el balón, el Betis tuvo que replegarse a esperar su momento. En esta fase del partido llegaron las mejores ocasiones del Sevilla. Reyes y Jesús Navas se asociaban por todo el frente de ataque. El utrerano (de lo mejor del encuentro junto con Beñat) volcó muchas jugadas a la banda derecha, buscando triangular con el palaciego. Mientras, la presencia del canterano Luna como extremo zurdo en los últimos partidos está aportando a los nervionenses mayor equilibrio a la hora de defender, además de un plus de velocidad para desbordar por la banda. Así transcurrieron los mejores minutos de los visitantes, un equipo al que su falta de pólvora le está condenando esta temporada.
Pero, tras unos minutos de agobio, el Betis sacó su coraje y se sacudió la presión. Comandado por Beñat, el equipo local comenzó a mantener la posesión durante más tiempo en su poder. Y poco después, el centrocampista vasco adelantó a su equipo con un golazo de falta. Parecía que los sevillistas iban a descomponerse fruto de los nervios y las prisas por empatar, como les suele ocurrir cuando se ven por debajo en el marcador en un partido de tanta exigencia. Pero, a pesar de lo dicho y del esfuerzo físico realizado, los sevillistas mantuvieron la cara al partido, y pronto vieron recompensada su insistencia con un gol de Negredo, que culminó antes del descanso una buena jugada de la sociedad Reyes-Navas.
A partir de la reanudación, los locales dieron un paso adelante para hacerse con la posesión del balón. El partido se convirtió en un ida y vuelta en el que la falta de puntería y la inspiración de los defensas impidieron la llegada de más goles en ambas porterías. A medida que el cansancio fue haciendo mella en los jugadores, ambos equipos se volvieron más imprecisos. Reyes y Navas redujeron su participación en el juego, al mismo tiempo que los locales se iban imponiendo en la medular.
Tras la expulsión de Fazio, Pepe Mel dio entrada a Salva Sevilla, con el objetivo de imponerse en el campo y aprovechar la superioridad numérica. Los visitantes comenzaron a reducir riesgos para sumar al menos un punto. Por contra, Mel introdujo en el campo a Pozuelo y Jorge Molina buscando desequilibrar el partido. Así, Javi Varas salvó a su equipo en un contragolpe bético rematado por Rubén Castro. Y en las postrimerías del encuentro, los locales reclamaron un penalti de Cáceres a Jorge Molina que Velasco Carballo no apreció como tal.
jueves, 19 de enero de 2012
Costumbre e impotencia
El Madrid se ridiculizó a sí mismo con un planteamiento cobarde que le deja virtualmente fuera de la Copa del Rey. Los de Guardiola remontaron el gol de Cristiano y dieron otra lección de fútbol en el feudo de su eterno rival.
Otra vez más. Y ya van muchas. El Madrid se siente incapaz de doblegar al Barcelona, que se ha acostumbrado a vencer cada vez que visita el Bernabéu. El conjunto de Guardiola se desenvuelve en él con más comodidad que el conjunto local. Todo ello se debe al miedo que Mourinho tiene al Barça, una sensación que se percibe incluso en sus jugadores, los cuales se muestran atenazados en cada Clásico. Para Ramón Besa, “el partido refrendó la sensación de que quien juega contra el Barça no es el Madrid sino Mourinho”. Y es que el técnico portugués, en lugar de aprovechar el potencial de su plantilla, volvió a obligar a su equipo a encerrarse en casa ante su eterno rival, “despreciando las virtudes de sus jugadores más talentosos y el apoyo del Bernabéu”, tal y como destacó Juanma Trueba en su crónica en As.
Mourinho planteó el partido como un equipo pequeño, con un trivote meramente destructivo en el centro del campo (con Pepe y Lass escoltando a Xavi Alonso) y un complejo entramado defensivo. La presencia de Altintop como lateral derecho sorprendió a todos. Y la actuación de Carvalho aún más, ya que el portugués no se encuentra ni siquiera en condiciones para competir (no participaba en un partido oficial desde septiembre). En ataque, Mou colocó a sus tres delanteros, pero estos estuvieron en todo momento obligados a cerrar espacios y perseguir a sus rivales. Ningún jugador se encargó de asistir a los atacantes, unir las líneas y aguantar la posesión del balón, que fue entregado al rival desde el principio.
“El equipo que ha ganado 22 partidos esta temporada modifica patéticamente su fisonomía cuando se enfrenta al Barça, el rival al que vino a ganar Mourinho”, destaca Juanma Trueba. Así pues, el conjunto blanco se mostró desnaturalizado, haciendo un fútbol al que no está acostumbrado. Resistir así noventa minutos con el mejor equipo del mundo es prácticamente una quimera. La diferencia con los de Guardiola es que estos siempre juegan de la misma forma y todos los jugadores creen en ella. Mourinho parece no haberse dado cuenta de que la mejor manera de enfrentar al Barcelona es jugarle de tú a tú (así, equipos como el Espanyol, el Valencia o el Athlétic han logrado mejores resultados).
De esta manera, los jugadores blancos renunciaron al balón y se replegaron en su campo, centrados únicamente en cerrar todos los espacios al rival. Pero lo peor del planteamiento no fue la presencia de tantos jugadores defensivos, sino la obligación de que los tres delanteros retrasaran tanto su posición, renunciando de esta manera a contragolpear con cierto peligro. Así pues, gran parte de las posibles contras del conjunto blanco quedaban en nada porque sus delanteros estaban más cerca del área propia que de la contraria. Mientras, Casillas mandaba pelotazos sin sentido al campo rival, donde el conjunto blaugrana ganaba la posesión sin ningún tipo de oposición. Además, los de Mourinho pecaron de escasa intensidad en la presión sobre su adversario (excepto Pepe, que parece no distinguir entre intensidad y violencia), seguramente esperando al segundo tiempo para desfondarse y darlo todo en ataque. De esta manera, el Barça comenzó a triangular y encontró espacios para gozar de las mejores ocasiones durante el primer tiempo.
El plan de Mourinho pareció funcionar tras el gol de Cristiano. Y es que, a pesar de los errores del planteamiento inicial, los locales se fueron con ventaja al descanso. A partir de entonces, se esperaba que Mourinho introdujera en el campo a Ozil y que el conjunto blanco diera un paso adelante para aumentar la presión sobre su rival y meterle el miedo en el cuerpo mediante los rápidos contragolpes que sus jugadores suelen hacer. Pero Mou no reaccionó a tiempo.
Tras el empate de Puyol, el planteamiento del técnico portugués se desmoronó como un castillo de arena. El Barça mantuvo la posesión, desplazó a todas las zonas del campo su superioridad en el centro del campo y comenzó a sentirse cada vez más cómodo. Hasta que llegó el gol de Abidal, culminando la remontada culé y haciendo justicia futbolística. Ozil, Callejón y Granero entraron sin tiempo para cambiar el orden de cosas. Los de Guardiola incluso tuvieron ocasiones para aumentar su ventaja. Tal y como concluye Ramón Besa en El País, “el juego aseado de los azulgrana contrastó con la frustración del Madrid, remontado por segunda vez, empeñado en ensuciar el choque, vencido de nuevo en el cuerpo a cuerpo, solo mejor que el Barça cuando se mide a terceros”.
-Mourinho regaló el balón y el campo. As.com, 19/1/2012
-Mourinho se da contra el muro. As.com, 19/1/2012
-´Con Pinto y casi sin Messi´. El País, 19/1/2012
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