La insatisfacción de Marcelino con el resultado refleja la exigencia reinante en el conjunto nervionense.
• El derbi más esperado
El derbi sevillano concluyó con un justo empate, aunque el Betis tuvo más cerca la victoria en los últimos minutos. Ambos equipos ofrecieron una gran imagen -defendieron bien, derrocharon intensidad durante todo el partido y dieron buen trato al balón-, y deberían estar satisfechos por ello. Sin embargo, el empate no contentó a nadie. Los locales valoran el punto, pero se lamentan de haber perdido una buena oportunidad para ganar a su eterno rival. Mientras, el técnico sevillista se mostró contrariado con el resultado obtenido: "No doy el punto por bueno. Al final hemos jugado casi 25 minutos con 10, contra el rival de los rivales y con un marcador igualado, entonces se te ponen las cosas muy difíciles, pero vinimos aquí a ganar. Como no lo hicimos, no nos vamos contentos. Aun así, del mal, el menos", señaló Marcelino.
El descontento del técnico asturiano obedece a la exigencia instalada en el club tras los éxitos cosechados en los últimos años. Con una plantilla pensada para participar en Champions, la afición y la directiva no se conforman con menos. En momentos de máxima exigencia y en los que los resultados no acompañan, la presión se percibe en los jugadores, que se muestran nerviosos y atenazados. El conjunto sevillista comenzó bien la temporada, pero los resultados han ido empeorando a la vez que mejoraba el juego, y ahora mismo se encuentra fuera de los puestos europeos en la clasificación.
Todo lo contrario le ocurre a su rival de la ciudad, el Betis, que se siente liberado de toda presión. Y es que el paso por Segunda y su maltrecha economía le han obligado a recortar sus objetivos. El equipo de Pepe Mel practica un fútbol alegre y atrevido con el que los jugadores y la afición se sienten identificados. El sistema de juego y la menor autoexigencia permiten que el equipo sea más descarado en muchos partidos, sobre todo en los que no tiene nada que perder. Como en la eliminatoria de Copa de la pasada temporada, en la que estuvieron cerca de eliminar al Barça jugando en todo momento de tú a tú ante el mejor equipo del mundo.
La presión existente en el Sevilla ha devorado ya a tres entrenadores (Manolo Jiménez, Antonio Álvarez y Gregorio Manzano). Tras la marcha de Juande Ramos, ninguno de ellos fue capaz de establecer un sistema fiable de juego. Marcelino, que ya comienza a sentir la exigencia, está intentando imponer un estilo basado en el dominio del balón. Pero el equipo sigue sin resolver varios problemas que lastran su juego. El primero y más grave de ellos es la debilidad defensiva. Y es que la irregularidad y los errores de los jugadores en esta zona del campo han sido la nota predominante en las últimas temporadas. Además, se trata de una tarea que no sólo atañe a los defensas. A pesar de lo dicho, esta temporada se percibe cierta mejoría en este sentido. Pero es evidente que el equipo necesita futbolistas de mayor calidad en esta zona del campo.
Otro de los obstáculos que debe superar el conjunto nervionense es su deficiente circulación del balón, la cual provoca numerosas pérdidas del mismo en situaciones comprometidas para el equipo y le impide llegar con más claridad al área rival. Trochowsky y Rakitic fueron fichados para dicha tarea, pero aún no han ofrecido su mejor versión ni han coincidido durante muchos minutos en el campo. Se hace necesario que ambos participen juntos, para asegurar así la posesión del balón y evitar pérdidas del mismo. Por otra parte, la llegada de Reyes está permitiendo mejorar en la circulación del balón, pero es necesario que el esférico llegue en buenas condiciones a la zona atacante, donde se mueve el utrerano.
Desde la marcha de Juande Ramos, los posteriores entrenadores se han empeñado en sostener todo el peso del equipo sobre dos jugadores (doble pivote), con extremos en las dos bandas y una pareja atacante. Es decir, un 4-4-2 que, con la plantilla de la que dispone hoy el equipo, demuestra la insuficiencia de sus mediocampistas para robar el balón, hacerlo circular y asistir a los atacantes. Además, es evidente que el Sevilla de hoy no cuenta con el potencial físico de entonces, ni dispone de un centrocampista defensivo como Poulsen. Medel es incapaz de sostener sólo al equipo, de manera que a veces se le ve desbordado. La presencia de Rakitic y Trochowski por delante le permitiría contar con más apoyos en su tarea, además de mejorar la circulación del balón.
El último de los problemas, quizá el menos preocupante, es el de la falta de gol. Parece que los delanteros sevillistas no están muy acertados de cara a la portería contraria. Sin embargo, el equipo cuenta con jugadores de enorme calidad en esta zona del campo: Negredo, que, en mi opinión, aún no ha mostrado el máximo de su potencial con la camiseta del Sevilla; Kanouté, al que las lesiones están impidiendo aportar más; Manu del Moral, que ha sido utilizado menos de lo esperado; y el recién fichado Babá. Además, jugadores como Reyes, Luis Alberto o Perotti pueden aportar alternativas interesantes en ataque.
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