Tras casi tres años sin verse las caras, Betis y Sevilla reeditaron su enfrentamiento con un vibrante y competido choque que ambos pudieron ganar.
• Un punto que sabe a poco
Describir un derbi sevillano siempre es difícil. Son partidos de emoción, sentimiento, intensidad, goles, polémica…Y el choque del pasado sábado en Heliópolis no fue una excepción. Hubo hasta buen fútbol, un elemento que no siempre está presente en partidos con tanta pasión. Así, Betis y Sevilla volvieron a ofrecer un duelo de altura en el que cualquiera de los dos pudo haberse llevado los tres puntos, aunque los locales lo tuvieron más cerca tras la expulsión de Fazio.
El partido estuvo sobrado de intensidad desde el principio. Los de Marcelino se hicieron con la posesión y llevaron el peso del encuentro durante gran parte del mismo. Acostumbrado a tener el balón, el Betis tuvo que replegarse a esperar su momento. En esta fase del partido llegaron las mejores ocasiones del Sevilla. Reyes y Jesús Navas se asociaban por todo el frente de ataque. El utrerano (de lo mejor del encuentro junto con Beñat) volcó muchas jugadas a la banda derecha, buscando triangular con el palaciego. Mientras, la presencia del canterano Luna como extremo zurdo en los últimos partidos está aportando a los nervionenses mayor equilibrio a la hora de defender, además de un plus de velocidad para desbordar por la banda. Así transcurrieron los mejores minutos de los visitantes, un equipo al que su falta de pólvora le está condenando esta temporada.
Pero, tras unos minutos de agobio, el Betis sacó su coraje y se sacudió la presión. Comandado por Beñat, el equipo local comenzó a mantener la posesión durante más tiempo en su poder. Y poco después, el centrocampista vasco adelantó a su equipo con un golazo de falta. Parecía que los sevillistas iban a descomponerse fruto de los nervios y las prisas por empatar, como les suele ocurrir cuando se ven por debajo en el marcador en un partido de tanta exigencia. Pero, a pesar de lo dicho y del esfuerzo físico realizado, los sevillistas mantuvieron la cara al partido, y pronto vieron recompensada su insistencia con un gol de Negredo, que culminó antes del descanso una buena jugada de la sociedad Reyes-Navas.
A partir de la reanudación, los locales dieron un paso adelante para hacerse con la posesión del balón. El partido se convirtió en un ida y vuelta en el que la falta de puntería y la inspiración de los defensas impidieron la llegada de más goles en ambas porterías. A medida que el cansancio fue haciendo mella en los jugadores, ambos equipos se volvieron más imprecisos. Reyes y Navas redujeron su participación en el juego, al mismo tiempo que los locales se iban imponiendo en la medular.
Tras la expulsión de Fazio, Pepe Mel dio entrada a Salva Sevilla, con el objetivo de imponerse en el campo y aprovechar la superioridad numérica. Los visitantes comenzaron a reducir riesgos para sumar al menos un punto. Por contra, Mel introdujo en el campo a Pozuelo y Jorge Molina buscando desequilibrar el partido. Así, Javi Varas salvó a su equipo en un contragolpe bético rematado por Rubén Castro. Y en las postrimerías del encuentro, los locales reclamaron un penalti de Cáceres a Jorge Molina que Velasco Carballo no apreció como tal.
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